Es fácil conmoverse en un escenario donde todo ha sido dispuesto para el golpe de efecto: toda la publicidad y el marketing previos al evento, que anticipaban algunas cuestiones que luego se verían en vivo y en directo; todas las concurrentes de religioso negro, como reflejando un luto interior por la desigualdad y el abuso de los que efectivamente han sido víctimas por años; los discursos encendidos, con los puños elevados, repletos de palabras de oportunidad, altisonantes, prestigiadas por una desgracia colectiva a la que parece que ahora Hollywood despierta lentamente, recién en el proceso de quitarse las legañas. Perfecta mise en scene, pero... El pero siempre es una cachetada de realidad: pero todo el mundo conocía pelos y señales sobre ese padecimiento femenino. Todos. Todas. Incluso Oprah, tan eficaz, tan en su rol de prestidigitadora de fantasías y sueños, una especie de maga que todo lo ha podido, que ha subido, con su color y todo, a las más altas cumbres donde sólo parecen ...